A los 42, el Beto se dio el gusto de jugar en el mismo equipo con su hijo de 18. Mickael . Ahí estaban. Solitos en la tranquilidad que ofrece Pilar y el verde paisaje que decora cada rincón. Ellos dos, padre e hijo... Alberto Acosta, el viejo. Y Mickael, el nene. De punta en blanco, poniéndose el traje de anfitrión, el Beto recibió  como si fuese su casa. En realidad, Fénix sí es su casa. Al punto que no tuvo problemas en abrir él mismo el estadio para hacer algunas fotos.



Acosta sonríe ante la cámara y ante la vida. Es que el último sábado se dio el lujo de compartir el mismo partido con su hijo, siendo uno de los pocos en hacerlo en nuestro país. Fue en la derrota 1-0 contra Berazategui, por la 28ª fecha de la Primera C, aunque ni la adversidad del resultado fue más fuerte que la emoción que sintió papá Alberto.

-¿Cómo fue la sensación de ver a tu hijo en el mismo equipo que vos?

Alberto: -Muchísima alegría... En ese momento, en el que el partido estaba tan caliente y queríamos empatar, no me di cuenta ni me pasó por la cabeza que podía llegar a entrar. Sólo pensaba en que teníamos que hacer un gol. Pero cuando se paró el partido y vi que era Mickael el que se preparaba, me corrió un cosquilleo muy especial porque sabía que se me cumplía el sueño de todo padre. Es decir, uno estando hace tantos años en esto, y ahora en esta etapa mía que es la de disfrutar del fútbol, lo que me pasó es algo sensacional.

-¿Y vos que sentiste al jugar con tu papá?

Mickael: -Fue muy lindo, cumplí el sueño. Nunca me lo esperé, siempre lo miraba por televisión y decía 'qué lindo sería jugar con él, aunque sea en el barrio. Ojalá se me dé...'. Por suerte tuve la oportunidad de hacerlo en un partido oficial. Lástima el resultado, pero el sueño está cumplido...

-¿Cómo fue ese momento, Beto? ¿Te hizo acordar un poco a vos cuando arrancabas?

A: -Apenas entró, le dije que se fuera arriba, que se metiera entre los centrales para pelear ahí como lo había hecho yo durante tantos años. Y en cierta parte sí... Me hizo acordar a mí cuando arrancaba. Me veo muy reflejado en Mickael. Igual que él, yo fui aprendiendo, a través de los años y la experiencia, lo que es el fútbol. Aunque todavía le falte mucho... En cuanto a lo físico y el juego, era muy parecido, sólo que yo era más flaco. Hoy a los pibes les meten mucho gimnasio encima y los matan con las pesas. Igual, a él le falta aprender algo que yo siempre tuve: chocar con los rivales y defender la pelota. Más en una categoría tan difícil como es la C.

-¿Se hace más fácil jugar teniendo a un papá con tanto recorrido?

M: -Tengo que aprovechar de mi papá en cada entrenamiento y también en la vida. No sé si es más fácil pero siempre trato de aprender de él. La veces que jugamos juntos, lo miro e intento copiar sus movimientos, lo mismo que si me toca estar afuera de la cancha. Tener al Beto Acosta al lado, y encima en mi club, es muy lindo y hay que saber aprovecharlo.

-¿Beto Acosta? ¿No le decís papá, viejo...?

M: -Ja, en el club somos dos compañeros más y si me puede dar consejos como a cualquier otro pibe, mucho mejor. Pero sin dudas, le voy a pelear el puesto a mi viejo. Yo intento jugar con él pero si tengo que luchar para ganarme el puesto, lo voy hacer. Por suerte, en casa no se habla mucho del tema ni del trabajo, más que nada nos cargamos o nos recriminamos algunas cositas... Pero nada más.

Tranquilo, pasivo y hasta con destellos de humildad, Mickael Acosta se fue ganando un puesto en el equipo que conduce Félix Benito. Pero ser el hijo del ídolo de San Lorenzo no le simplificó las cosas: pasó por Séptima, Sexta y Quinta hasta llegar a Primera. Su debut fue en la cancha de Sacachispas, con una derrota por 4-1. Una semana después, ingresó ante Berazategui, nada menos que en el lugar de Matías Almeyda, otras de las figuras que tiene el Cuervo de Pilar. Y así, jugó 15 minutos junto a su padre, el Beto.

¿No probaste suerte en un equipo de Primera o en algún otro lado?

M: -No, arranqué y siempre estuve en Fénix. Igualmente, primero quiero triunfar en este club y después, si se me da, poder ir a otro lado. Ojalá pueda ser lo que alguna vez fue mi papá o mejor que él... Creo que con confianza y esfuerzo en cada partido se puede lograr.

A: -Lamentablemente, Mickael no vivió esa etapa de Inferiores ni de juveniles por todos los viajes que tuvo que hacer cuando uno era profesional. Los primeros dos años los hizo acá en Fénix. Quizás, eso le restó las posibilidades de entrenarse siempre con un mismo equipo. Igual, creo que él es muy inteligente y sabe que esto no es fácil. Lo ha vivido conmigo y tiene bien claro que es muy duro llegar a Primera. O si no, a veces es fácil llegar, pero complicado mantenerse.

-¿Qué se puede esperar de Mickael?

A: -Sin dudas, espero que le vaya bien en todo lo que hace, pero por sobre todas las cosas que disfrute del fútbol. Hay que trabajar mucho, no creérsela para nada, son muchos pasos los que hay que dar. Es joven todavía y puede armar su carrera por más que hoy en día hay pibes que con 17, 18 años ya debutan en equipos de Primera. Pero él tiene que ir de a poco, y saber que tiene que aprender mucho.

-Beto, dijiste que jugar con Mickael era un sueño... ¿Cuál te queda por hacer realidad ahora?

A: -Los sueños míos ya están cumplidos. Creo que el que me faltaba ya está. Jugar con mi hijo, lo que es algo histórico en Argentina, ya lo hice. Nadie me va a sacar ese gustito, ese mural que voy a tener en casa, esa foto con los dos, no me lo va a sacar nadie. Lo van a tener los abuelos, lo van a tener mis hijos, lo va a tener todo el mundo, así que por suerte ya está cumplido. Le agradezco no sólo al club que me dio la posibilidad, sino también a Félix Benito, quien es el técnico y un amigo. Gracias a él pude cumplir mi sueño.