Chimentos
Nocaut González: la real y triste historia del personaje que inspiró el chamamé
«Cuando crece la mañana avanza con su dolor, es el despojo de un hombre, dicen que fue boxeador…». Son pocas las personas que, en Chaco o Corrientes, no escucharon el comienzo de este chamamé del recordado Zitto Segovia. La letra, de Miguel Ángel Vera Azar, cuenta la historia de un personaje real que vivió en la ciudad de Resistencia y que, como cuenta la canción, tuvo una vida marcada por la ilusión de lo que nunca fue y las cicatrices de los golpes y la miseria. Le decían «Sandunga», pero pasó la inmortalidad como «Nocaut González».







Pese a que fue un personaje conocido en la vecina ciudad, hay muy pocos datos sobre este ex boxeador que pasaba sus días caminando por las calles como un linyera. Un recorte de un diario local tiene una breve reseña sobre su vida. «Fue operario del ferrocarril y vivía bajo los eucaliptos de la estación. Se vestía con guardapolvos gris y andaba haciendo fintas como el boxeador más eximio con sus delirios a cuestas», describía el autor de la nota y la ilustró con una de las únicas fotografías de Sandunga.

La mayoría de los datos coinciden en que González era un hombre que lidiaba con las secuelas de los golpes que recibió en su breve carrera como boxeador, y también las del alcoholismo. Lo dice él mismo en el único registro de audio que rescata su voz del olvido. Lo compartieron los colegas de Radio Facundo Quiroga y allí se escucha a Sandunga resumir lo triste y difícil que fue su vida.

«Quiero hablar un rato con ustedes. Nadie sabe mi nombre. Yo quiero hablar bien… Estoy enfermo, me han pegado mucho en la vida, era boxeador. No tengo madre y padre. Nadie sabe… Me encuentro solo, triste, tirado. No ando teniendo pan por ahí…», dice González, apenas audible.

El archivo data de 1991, dos años después de la trágica muerte de Zitto Segovia, y cuando el chamamé que lleva su nombre estaba ya consolidado como un clásico regional.

Los datos también coinciden en que «Nocaut González», falleció en 1994. Unos dicen que fue el 27 de octubre y otros que fue un poco antes. No hay una certeza de dónde descansan sus restos. Sin embargo, su triste historia, sigue viva en la memoria popular gracias a la letra de un poeta que lo conoció muy bien y a la voz y música de un cantautor mítico que murió en el punto más alto de su carrera.

Hay una versión que vincula al artista con Sandunga una última vez. Para muchos, fue él quien acompañó el féretro de Zitto Segovia, en el multitudinario velatorio del músico en el Domo del Centenario. Dicen que allí le dio el último adiós al hombre que cantó su vida y lo salvó del olvido. Algunos no lo creen, pero nadie lo desmintió.
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